Desde la perspectiva de la historia cultural, Serna trata de responder a una pregunta tan sencilla como endemoniada: ¿qué idea del pasado y el presente de un país se haría un lector que, después de un cataclismo, solo contara con un puñado de novelas por todo documento? (J. R. Marcos, en El país; el texto de J. R. M. vale la pena)Jo. es que me "roban" los temas de investigación. O sea, el tema siempre estuvo ahí, pero mi voluntad es poco ambiciosa o algo así. No quiero hablar de un trastorno. Cierto es que yo no me imaginaba ningún cataclismo cuando me puse a escribir. Únicamente el paso del tiempo, la muerte de los testigos (¿es esto un cataclismo?), la imposibilidad de cuestionar. Entonces, cabe imaginar, y al principio del siglo así era, que al recurrir a las bibliotecas, y los textos novelísticos que ocupan sus estantes, al constatar que entre ellos figuran algunos que, específicamente, cuentan a partir del yo, y que éste yo de la narración se presta a confusiones, más o menos inducidas, con la realidad pre-autorial, quise saber qué imagen podría obtenerse de la realidad narrada que sirviera para trasladarla a la realidad pre-narrada. Mis conclusiones fueron muy pobres, en todos los sentidos, y quizás esa conclusión negativa fue lo que me bloqueó, y así hasta hoy. Bajo el prejuicio, quién lo iba a decir!, de la dogmática marxista, de la conciencia reflejo, no fui capaz de ver entre los textos de narradores consagrados la chispa que me incendiara a mí, y pensaba que a otros les podía pasar exactamente lo mismo, y que me llevara a exclamar un eureka, aquí hay verdad y la historia no está perdida y yo me puedo salvar de lo que no pregunté a mi madre ni de lo que mi padre nunca pudo decir. Esa inquietud siempre está ahí. Me atraviesa y nutre mi voluntad por otros conceptos frágil y mayor.
Blogger me avisa de que las leyes europeas, Dios las bendiga, me obligan a que avise a mis improbables visitantes y/o lectores de que mi blog usa cookies, pero a mí su aviso, incompetencia mía, seguro, no se me pone en la cabecera
28 de julio de 2012
Autoficción e historia
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
4 comentarios:
Quienquiera que pretenda hacerse idea de cómo son -o fueron, o serán- las cosas a partir de un puñado de novelas es un imbécil sin remedio que se tiene bien merecido todo lo que le pase.
Pues yo no estoy muy lejos de haber pensado algo así, y supongo que algo estaré pagando. Pero en fin, creo que me salvo porque en realidad no llegué a pensarlo. De todas maneras no es cuestión de practicar un quijotismo histórico, y confundir los hechos de una época con las novelas que en ella se han escrito. Pero alguna relación pienso que sí que la hay. Lo triste, en España, es que pienso que la ficción nunca ha estado a la altura de la historia (trágica o consistente en una farsa continuada, según gustos).
Para un amigo que tengo, voy y le llamo imbécil. Le presento mis más sinceras disculpas. No tenía intención de ofender.
Bah, no se preocupe. No me di por aludido. En el fondo soy muy listo.
Publicar un comentario