El opinante también es un fingidor.
Puesto que yo no pienso, y en esa misma medida no soy, se deduce (ahora sí) que quien opina es otro y un simulacro (por distinto de una certeza que a mí se me ha hecho imposible e impensable).
***
Ex contradictione quodlibet.
No hay comentarios:
Publicar un comentario