Sive Natura.
Se me hacen duros tantos días así y aquí... Hay momentos y momentos. Inside Job me abruma. Y no me puedo concentrar. Habría que ver el doc. dos o tres veces más para sacar algo en claro (yo), y para eso es preferible apuntarse a un curso de economía de más de dos tardes. De tres, por lo menos. En todo caso, vaya montón de sinvergüenzas, no? En el doc. hay imágenes recurrentes: edificios urbanos, rascacielos mayormente, y zonas residenciales, en perspectiva aérea. Desde tan arriba que no se pueden ver las personas. Solamente las edificaciones y las calles. Esto es, nada más que los productos y razones de la especulación financiero-inmobiliaria. También aparecen grandes jefes de las finanzas declarando delante de comisiones del Senado. Aún se puede tener un poco de confianza en la democracia, parece mostrarse en el doc. Seguramente para que pensemos que en realidad no.
Ps. Creo que, en efecto, en una segunda visión del doc. quedarían más patentes todavía las intenciones del director a la hora de distribuir las imágenes, los planos-secuencia en los que nadie aparece, salvo la obra de los seres humanos, pero éstos en ningún sitio concreto, particular, si no es testificando ante una parte del poder (¿político?) mismo. El ciudadano no se muestra en tanto ciudadano normal, de carne y hueso, del montón, etc., sino en su abstracción, en las instituciones que presuntamente lo representan. La narración en off del actor Matt Damon produce, a propósito de esta significación impersonalizadora o despersonalizadora de las imágenes, la impresión de que nada se mueve ni se moverá: no habrá responsables, quedarán las víctimas por si alguien las quiere recordar. La existencia queda finalmente revelada como cosa (los frankfurtianos y Martin H. llevaban de su parte la razón en la valoración que efectuaban acerca de la sociedad burguesa moderna) a pleno cinismo, como si ésta hubiera de ser la luz definitiva que alumbra los sucesos históricos. Dios no se presenta por ningún lado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario