2 de octubre de 2011

Una palabra para el tiempo

Existe luego quien te cuenta, quien te cuenta que ha vivido mucho, que dos mundos se han comprendido en su edad. Muy posiblemente éste tampoco sepa nada, lo mismo que no sé yo. Podrías haberte movido entre el ruido, haber ocupado eones en escuchar el mar y haber sido sordo, no obstante, a la razón común- aquella que sabe Heráclito, y también Descartes a pesar de su ironía, que no es demasiado escuchada por sus destinatarios los hombres, y que debe provenir de arriba o de otra parte que igualmente ignoramos.

Podría, quien hubiera guardado silencio desde siempre, desatento a la querencia de las sombras y músicas trilladas, haber vivido mucho más, atesorado más riquezas, de las que no brillan pero sí que inquietan y dejan más a la intemperie a los hombres, convenciéndoles a un tiempo de que no hay más remedio, que tiene que ser así y que los dioses son difíciles, y más en estos días de otoño.

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