Es de temer que a la primavera suceda (antes que tarde, más pronto que después) un otoño árabe. La introducción de la sharia como fundamento normativo máximo (nunca mejor dicho), las vejaciones al déspota antes de su muerte (a un canalla se le juzga y condena, no se encanalla uno mismo) no trazan buena prospectiva.
Que el virus del escudo antimisiles haya afectado también a esta España de la conciliación multicultural parece, cuando poco, algo chirriante. Como si alguien hubiera pensado que desde el sur tan cercano hubieran de venir vientos de guerra.
Sobre estos menesteres de política internacional me asesora un conocido mío algo borrachuzo y escéptico de arbitrista (dice él).
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Las declaraciones e imágenes de los nuevos dirigentes, el titubeo de la ministra de Exteriores de un país europeo ribereño... Uf!
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