25 de octubre de 2011

Adv. Platón, II

La denegación nietzscheana del doble mundo platónico, la posición de la apariencia como real y de lo real como apariencia, para nada significa una victoria sobre y una salida del platonismo. Significa una de sus posibilidades: la aceptación pesimista de este mundo de sombras, cavernario, como único. Da igual si diseñado o coreografiado su escenario por un manipulador mayúsculo (demiurgo o político de la ciudad), o correspondiente a un infinito eterno e incomprensible de espejismos sin causa, reflejos sin objeto. En un estado así, de falta de futuro, el cinismo exhibe ser una adecuada respuesta ética. Nada extraño que se le descarriaran a Sócrates algunos de sus conocidos, que convirtieran la búsqueda del concepto exhaustivo en un don de la ebriedad por completo irreverente, sin más necesidades que un espacio para habitar y una luz modestos. Los hombres, si se encuentran, vale...

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