Algo farragoso, pero es que el tema se presta. Realmente no se avanza mucho más allá de la reducción (mágica) de la designación metafórica a una comparación
Se puede ampliar la perspectiva: de la retórica a la filosofía del lenguaje (en plural), de la semántica a la pragmática, de la filosofía a la psicología cognitiva, etc. Al final surge de nuevo el problema ontológico: significado del lenguaje, verdad, conformación del mundo. La metáfora aparece como una realidad irreductible (se puede comparar con la comparación; no es la comparación), pero de algún modo se debe tratar y tratarnos con ella. Lo mismo le pasa al alma con respecto al cuerpo: que no existe, pero está ahí, como un fantasma silente que implora...
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