1 de agosto de 2011

Levante

Elegimos habitar en una tierra baldía, arrasada por la incuria. Sin pararnos a pensar demasiado. Era ahí donde habíamos nacido. En ninguna suave ondulación del terreno descansa la vista, ni en edificios nobles. Aquí y allá, naves industriales. Arrojamos la chatarra en cualquier sitio, donde se pueda ver mejor, para mejor insultar a los turistas. Esto pensaba yo esta tarde mientras venía por la carretera: nubes bajas, grises, feas, cargadas de desesperanza. Rojo, negro. Las luces de los semáforos oscilaban a lo lejos, Aquí también hay gentes. Algunos de ellos son conocidos. Unos más desvergonzados que otros. La tierra no da para organizaciones, nada más que para crímenes de portadas de diario provincial. Lo mismo da, idéntica tensión en los rostros, en las calles y en el interior de las casas. Esto pensaba yo: un terreno devastado en donde decidimos vivir y morir sin excesivas razones. pensar cansa, a causa de este ardor sofocante que ningún verde apacigua. Se nos olvidó, aquí, hasta el rumor del agua, y no sabemos por qué los dioses tuvieron que pasar de largo. Era lo que pensaba mientras volvía al pueblo, el sol había bajado, después de ver a X., que hoy cumplía años.

1 comentario:

ja dijo...

Arreglándolo u poco