... Didier pone el dedo en la llaga: “la diferencia entre una página presentada como “relato” y otra definida como “diario” ¿existe realmente todavía?”. La respuesta sigue estando en el aire y aún no se acaba de desentrañar esta problemática derivada de la rigidez de la clasificación literaria. A lo más que se ha llegado es a hablar del término “autoficción”, acuñado por Serge Dubrovsky: combinación de narrativa de ficción y autobiografía. Ciertamente, estamos ante un tipo de lenguaje distinto, ante un lenguaje que borra las manidas dicotomías (ficción /realidad; verdadero / falso), pero la crítica parece estar aún dirimiendo si se trata de un género nuevo o no. (Ana Gallego Cuiñas)De la misma autora, a propósito de Pavese:
A la vez, el italiano se reconoce enfermo “estar encenagado por un sentimiento que no me deja célula del cuerpo sana” (2006,106); y quiere ser lo que lo enferma, las fuerzas que lo destruyen (“veneno”, “cicatriz”, “cáncer”) y el organismo que resiste.Advirtamos que como Nietzsche: el círculo vicioso. la necesidad de una enfermedad que pone en marcha la escritura, retroalimentando la enfermedad que etc., etc.
En el mismo lugar, pero de Cesare Pavese:
“El hombre mortal, Leucó, sólo tiene de inmortal el recuerdo que se lleva y el recuerdo que deja; he trabajado, he dado poesía al ser humano y he compartido las penas de muchos; y me he buscado a mí mismo”.
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