Transformar el oficio libre de enseñar en un trabajo odioso y fabril. La magia convertida en un absurdo burocrático.
Sostiene, por cierto, Susan George que eso es justamente lo que no hacen las think tank conservadoras norteamericanas. Esto es, que dejan cancha libre a sus intelectuales orgánicos y no los obligan a perder el tiempo en memeces. Justo lo que no hacen las izquierdas, que parecen pretender que no lo haga nadie (lo de tener libertad y tiempo para leer, pensar, escribir sin papeles burocráticos). ¿Entenderán las izquierdas alguna vez la virtud del pensamiento independiente? Que si alguien ha dejado de creer en los dioses no está dispuesto a creer en cualquier cosa...
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