Algo va mal para un paisano cuando vale más el seguro de su muerte que la incerteza de su vida,
entrar en la prisión, un mínimo de alimento y humanidad, que la libertad apátrida sin ley.
Cuando vale más, definitivamente más, la angustia que provoca la ausencia de unos besos (de los labios, de la frente, del rubor) que sostener, delante de ti, la descreencia en el amor. No, éste no existe como Idea, pero sí las ganas de llorar que deja su retiro, y esta alegría con la que nos buscaríamos como tontos.
Nada te falta. Te miramos por tus puntos cardinales, en el mismo centro y solamente los muy necios no se rinden la segunda o tercera vez que leen en tu cara. Sea el artista que desconoce la vergüenza de decir, el técnico que sostiene una conversación prudente, o yo mismo que me limito a contemplar, y que por mucho que mire no sé dónde está lo perdido, a no ser que lo digan mis ojos húmedos.
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