No hay casualidades, sino los lazos que van tendiendo las acciones libres.
El azar se encadena en necesidad.
Libertad de los átomos, que no pueden escapar de caer, eternamente.
(Filosóficamente es irreprochable esta paradoja: lo mismo considerado como fenómeno o como noúmeno. ¿Lo mismo? ¿No es esto ya algo meramente pensado, un producto de la reflexión que se quiere pasar por cosa, como una mercancía ontológica averiada?)
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