5 de marzo de 2011

Por la tarde

Sábado de carnavales. Hace frío, está nublado, el aire viene que corta desde unas nieves invisibles.

En casa de mi hermano. Allí encuentro un libro cuyo título siempre me llamó la atención: El filósofo autodidacto, de Ibn Tufayl, accitano. La edición es de 1934, en Madrid, a cargo de Á. González Palencia, Yo tengo una fotocopia, casi obviamente, a la que le faltan las págs. 186 a 192. La hice en 1988, en Granada, mientras estudiaba. Supongo que para la asignatura de Hispano-musulmán. Leí el libro: hay subrayados a lápiz rojo y azul. Recuerdo vagamente que se me hizo pesado. Quizás la jerga aristotélica: esa estructura verbal y escolástica del mundo que descubre la luz natural de la razón. O eso creía o eso creo.

***

Sorry:

... escribir sobre el niño que me dieron ganas de abrazar en la sala de urgencias de la seguridad social. Tan chiquito y con esa carita de pena. Sus grandes ojos azules, sobre esas ojeras, miraban perdidos la multitud de la sala y su boquita dibujaba una sonrisa boca abajo. Tan triste que te solo te daban ganas de abrazarlo y cuidarlo.

1 comentario:

José Antonio García Ramos dijo...

Abu Bequer ben Abd-el-Melek ben Thofail
más conocido por Aben Thofail. Biografía. Médico, filósofo, matemático y poeta, natural de PURCHENA O CERCA DE TÍJOLA EN EL VALLE DEL ALMANZORA contemporáneo de Averroes, 520 (1126 de J. C.) y discípulo de Avempace. Por todas partes se extendió la fama de sus conocimientos, disfrutando de la admiración y aprecio de la corte de los almohades. Fue cátib (secretario) del gobernador de Granada y posteriormente wazir y médico del príncipe almohade Abu Yacub Yusuf, quien le distinguió con su amistad, que aprovechó para atraer a la corte a los sabios más eminentes, entre ellos al famoso Averroes. Escribió entre otras muchas obras: Expugnación de Cafza en Africa y Risala o epístola de Hziy Aben Yokdhan, notabilísima esta última por su forma, a quien debe su celebridad. Es una especie de novela filosófica que recuerda algo al Criticón de Baltasar Gracián. De esta obra se hicieron las siguientes traducciones conocidas: dos al egipcio; dos alemanas, de Pritins y Eïchhorn; tres inglesas, de Simón Ockley, de Ashwell y de Jorge Keith; una hebrea, de Moisés de Narbona; una holandesa; una francesa de León Gauthier; una española, de don Francisco Pons y Boigues, y una al latín por Pococke (1671), quien cambió su título por Philosophus autodidactus, cambio perfectamente lógico, por cuanto el Hai de esta obra,
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