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10 de mayo de 2010
Sueño profundo
Paso por la calle del pueblo de X. No veo nada. Está la acera porque yo la piso y tiene que ser así. Lo mismo que la calzada. De repente veo lo que parece que es una librería. No sé por qué. Lo es. Una puerta, que no es mucho más que una alta y estrecha hendidura con jambas soberbias, está flanqueada por dos ventanas ciegas abiertas en la pared, una ocupada por revistas y la otra por libros. Las revistas son gratuitas; los libros, situados en la ventana simétrica, no deben serlo, aunque están al alcance de la mano, puesto que ninguna vitrina los protege. Yo me tengo por un hombre honrado y los dejo donde están. Aunque también conozco que el sueño no posee más que un significado.
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