Ninguna enseñanza puede surtir efecto si no es a través de la gracia del maestro, del mérito que busca el discípulo en torno suyo: aprender, ganarse la confianza, saber frustrarse... En cuanto se pretende regimentar (sacros derechos del discípulo) un modo de transmisión que funcionaba eficazmente según los caprichos del sabio, no es ya que no se pueda enseñar, sino que uno ha adquirido los derechos para convertirse en una mala persona, según lo dispone la legislación vigente (y se vota periódicamente). Ciudadano, consumidor, tonto, malvado.
Lo que hay que oír, después de haberlo pensado alguien.
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