Con un poco de mala idea, aprovechando la afición a deslizarse que poseen las palabras cuando son acicateadas por nuestros intereses, alguien de la opinión pública (político o periodista) podría utilizar la enfermedad del rey, de la cual en provincias no supimos hasta esta mañana, para aventurar en algún foro un revivalista Delenda est monarchia. Pero me dicen que se ha hecho ya.
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