Modesto diarista aficionado al género, como un perrito que quiere morderse la cola sin conocer esta imposibilidad munchausseniana, como nos dio a entender Apel el bárbaro en los años primaverales de nuestro provinciano Dasein, bla bla, buscamos en la red las críticas , no sé si muchas o generosas o certeras que se la hacen a los Diarios de I. Carrión (La hierba crece despacio; Molestia aparte, I), uno de los empeños más rotundos y valiosos, a mí me parece, del diarismo hispánico de después de la segunda mitad del XX (I. C. comienza su escritura el año que cumple 23, en 1961). Que el caballero no sea la alegría de la huerta, más las dosis medidas de mala baba, no pueden más que convertirlos, para mi, adorador de Scroodge y del herodismo antirousseauniano, en libros necesarios que busco por todas las provincias.
Notulillas desmemoriadas o azarosas:
I. El autor de Molestia aparte, I, cita a otro diarista, no sé si el infortunado rumano Mihail Sebastian, no importa ahora, que duda de la utilidad o sensatez de una escritura que no acabe volcándose en público.
II. Alguien, quizás el posible editor, le comenta al autor de Molestia aparte, I, que su empeño y texto no tiene nada que ver con lo de Jesús Pardo , al que tampoco nos resistimos.
III. El autor mentado confiesa, lo escribe, que cada vez le va menos la ficción y más los textos digamos memorialistas. Dieta con la que acordamos.
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