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19 de junio de 2012
Dios mercader
Cada día me comporto como un buen ciudadano. Conduzco mi coche hasta el trabajo, y mientras estoy en camino escucho la radio. Cumplo con lo establecido, nada se me puede recriminar en ese aspecto. A mi edad, de la que no quiero acordarme, me he puesto a prestar atención a lo que se dice de economía. Nunca comprendí esta materia, y ahora tampoco. Sin embargo, por mucho que me abisme en una estupefacción que yo no sé si achacar únicamente al calor y los años, nadie me quitará la seguridad en la firmeza de esta creencia: que la dieta que se le pone al enfermo está diseñada para matarle. Que del régimen de austeridad no vendrá jamás ningún crecimiento. Ex nihilo nihil. Lo siguiente es ya una sospecha moral, no una certeza metafísica: que se está asistiendo al derribo controlado de Europa, y que quizás los países responsables de la demolición, con la ayuda de gobiernos títeres, están haciendo acopio de divisas en el cierre por liquidación.
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2 comentarios:
La austeridad resulta más que recomendable en todos los órdenes de la vida. En lo económico, se reduce a algo que mis padres me enseñaron de muy niño: no hay que empeñarse en gastar más de lo que se ingresa. Simple y claro. Y, como todo lo simple y claro, imposible de hacer entender ni a gobernantes ni a gobernados.
El problema es que MI gasto es TU ingreso. Y si no se da lo primero, el ciclo económico se para. Otra cosa es el desequilibrio... En fin, yo de esto entiendo poco, o nada... Pero estoy convencido, de veras, de que la austeridad económica, por sí misma y sin flujo de crédito y consumo, no solamente no sirve para nada sino que es suicida. Yo, repito, soy patra esto de la economñia, y me temo que en general, bastante torpe, pero me basta con un poco se sentido común y la tabla de multiplicar. Si me descuentan dos o tres euros al día de mis ingresos, pues esa misma cuantía es la que no puedo invertir en bares (es un poner), y si lo mismo le pasa a miles, pues el bar se va a tomar por ahí. Ya sé que el ejemplo no es serio, pero la intención sí. Quizás es que me obnubila Paul Krugman y la prensa socialdemócrata...
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