La verdad es que estos días sobran, que hace un calor insoportable, y que no estamos en Nueva Inglaterra, esperando los dorados del otoño, que se hace imposible pensar o recordar con un mínimo de juicio y de criterio.
La verdad es que nunca he acabado tan cansado, fuera de lo que tú ya sabes, y se me hacen los días eternos o rapidísimos, ¿quién lo iba a decir, un año más, un año?, hastiado de los demás y de mí mismo, cada vez más pobre y humillado (harás bien en sospechar aquí una pose de tipo literario, como corresponde a quien se pasa los días entre clases y pasillos).
Estos días me sobran, y a ti y al de más allá, y lo que nos echan encima, nada más que el futuro de un país y su presente negro, no lo pueden soportar unos hombros normales. En un país normal podría ser distinto, pero no en éste, de mentalidad de aldea y campanario, y moral de casino y rituales de señorito (harás bien en sospechar de nuevo que el vicio literario me corroe, y pienso en Machado y cualquiera que me pongas del 98; cualquiera que me pongas del 98 me lo sé).
Empecé en esto casi por azar, y por admiración a mis maestros, con muy cortos méritos pero nada menguada devoción a unos modos y discursos de gentes de las que desconocía sus rentas, pero algo conocí de sus aficiones y los libros que les gustaban (no cambio por nada saber de Kundera y de Parménides antes de haber cumplido 18; y no creas que me olvido de Heráclito el oscuro, sería ignorar un sol poderoso y un agua rabiosamente azul).
Quise aprender, pasaron años, sufrí y quizás hice sufrir. Sin quizás, vamos a ser honestos, vamos a decir la verdad justa, ahora que estoy solo conmigo o con Dios, a ninguno de los cuales he de engañar. Hice daño, aunque nunca he llegado a ser ingrato. Ese vicio yo no lo tengo, y quizás sea mi única virtud la de dar las gracias. Pero a estas alturas de junio, este lunes por la tarde, ardiente y solitaria, me encuentro cansado, como ninguno de estos años, sin saber qué pensar de todo esto, echando de menos tus maneras de niña torpe y hacendosa. En esto no he de engañar cuando te miro. Si alguien me viera mirar.
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