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16 de junio de 2012
Por la mañana
Hace un calor terrible aquí en el campo. No recuerdo una época de tal laxitud para leer y escribir. (Maniático, eso sí.) Miro los libros y periódicos rodando por la mesa, recuerdo los exámenes por corregir. Se impone el calor. El resto de las gentes, lo he comprobado, siguen una marcha inversa a la mía: como hormigas dóciles se dirigen a las playas, ajenas a las crisis en apariencia, quizás pendientes del triple empate...
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