12 de julio de 2008

Cosmos

Hay una tragedia íntima en cada esquina de cada calle, detrás de cada ventana, del mundo. Se abre la ventana para simular que se comunican ciudades que pertenecen a universos distintos, mundos que se olvidan entre ellos.

La conciencia no hace mejor a quien lo advierte (¿por qué no se mira a sí mismo y a los suyos?). Por esto me digo que la mía es la lengua de nadie: porque yo tampoco, yo el que menos, tengo derechos.

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