21 de julio de 2008

Pavese, Shalamov, la guerra

Al volver la página, en el corto relato inicial de la primera entrega de la obra magna de Shalamov sobre Kolymá (ed. Minúscula), en las líneas finales, una vez que hemos sabido que los seres humanos son los encargados de construir con sus pies una senda en la nieve para los vehículos a motor, una vez que hemos conocido la manera metódica de este trabajo y sufrimiento organizado, es cuando conocemos otra cosa terrible, que es como la verdad general del asunto: los que viajan encima o dentro de los vehículos no son los escritores [sino que son los lectores]. Los escritores están presos, trazan ordenados caminos en la nieve con sus pies; resulta que la libertad y la creatividad representan el mayor crimen para los mediocres autócratas de la utopía, para los administradores de la fe. [Que el cuento, "Por la nieve", metaforice el trabajo literario, no debe cambiar demasiado el sinn político.]

Tenía la tentación de reproducir un texto de Pavese, de El oficio de vivir. No vale la pena. Llevaba razón Trapiello en su libro sobre los diaristas: lo que escribe Pavese es insoportable. Como Shalamov, aunque de otra manera, privada, íntima. Tan verdad, por lo tanto, como lo que escribe Shalamov. Tan obligado.

Mirando las viejas fotos de mi patria inexistente, carcomida por el odio, seré capaz de renovar mi amor por sus gentes: el mismo asco que me produce la administración de las ideas me conmueve (por rebelión del alma) para entender mi vida como un deber. Ojalá.

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