Está la superficie del fino intelectual, historiador literario, fino catador de culturas. Se lee con provecho, aprendes y deseas seguir leyendo.
Luego está la otra superficie, la del cives, el hombre político y politizado, el que soslaya y le da la vuelta al crimen: ¡Son tan nobles los fines!
Ítem más: todo le incumbe a la perversión del sistema. Da igual lo extramarginal que sea. Por virtud de la dialéctica (¡cuánto daño se ha hecho desde Platón!) cualquier hecho confirma el mal del sistema. El otro, no el tuyo, que por supuesto es el de los fines nobles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario