Ciudad capadocia, ni mineral ni humana. Supe de tu existencia en revistas satinadas, en los difíciles 80. Da igual si yo estaba en Alm. o en Gr. Las ciudades en las que he vivido han sido idénticas, porque siempre me he arrastrado conmigo, con igual pesadumbre y pereza de existir. Pero tú eras diferente, en la imagen prometida de aquel suplemento que perdí, lo mismo que los años. Para vivir en ti tendría que haber renunciado a engaños, y fui demasiado cobarde. No te conozco ríos. No los necesito, me contentaría con tu espacio cerca del cielo y del mar, aunque no demasiado próxima, para que no se corrompen las costumbres.
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