Hay un fragmento maravilloso en el texto platónico, que me parece como una completa fundación del significado de la opinión pública: en la que (se, yo) incluiría la prensa, la demagogia política y la publicidad. En estos escenarios el filósofo no tiene otra que hacer el ridículo. Si no se ha dado al párrafo la importancia que merece (si no le ha dado, que no lo sé), pienso que puede deberse al lugar de estas palabras, que vienen tras el entusiasmo de la visión radiante del sol-bien, antes de obligar al filósofo a la vuelta melancólica de pastor entre las ovejas, por mucho que su saber y valor le ponga por encima. Realmente, en punto a melancolía y angustia, estas palabras intermedias, no tienen comparación.
-Y, si hubiese habido entre ellos algunos honores o alabanzas o recompensas que concedieran los unos a aquellos otros que, por discernir con mayor penetración las sombras que pasaban y acordarse mejor de cuáles de entre ellas eran las que solían pasar delante o detrás o junto con otras, fuesen más capaces que nadie de profetizar, basados en ello, lo que iba a suceder, ¿crees que sentiría aquél nostalgia de estas cosas o que envidiaría a quienes gozaran de honores y poderes entre aquéllos … ? (República, Libro VII, 516c-d)
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