Cuando alguien declara que un diario como el de Kafka o Pavese no es para publicarlo en vida (el de Amiel tampoco), está dando pie a que alguien simule que
él, por su parte, sí ha decidido publicarlo. (El conocimiento de una verdad empírica se presta a un abismo mental: ¿ficción o realidad en
lo que escribe?)
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