12 de enero de 2010

No tenemos edad

Para la brujería, para un saber rápido que concluye en sortilegios. Somos lo que hemos llegado a ser y nada más, sustancia precaria---

No tenemos edad, y pese a todo valoramos por encima de cualquier otra cosa la decisión de saber. Qué pocos la mantienen coherentemente cuando llegan a su edad adulta, profesional. No puedes (tú, tan inexperto) dejarte llevar por tu conocimiento (relativo) de un particular dr. house real (no puedes guiarte por lo que aprendiste en un fin de semana, ya sabes a lo que me refiero). Yo sí creo que hay saberes liberales, tan precarios como nuestra sustancia, es evidente. No deben entregarse (esos sabios agraciados con esos conocimientos) a la pompa del mundo, naturalmente. Si se entregan, pues... qué le vamos a hacer!

El conocimiento nos humaniza, no nos hace felices. El conocimiento, lo más seguro, nos lleva a lo contrario: a la infelicidad de sabernos sin remedio y cada vez más entregados (deyecto, deyección). Vemos a los demás, lo ingenuos que son sin que nosotros nos hayamos convertido en más inteligentes. Al contrario, cada vez nos cuesta más caminar. Pero vemos su ingenua debilidad, lo mucho que no saben, y hemos ganado algo precioso: la piedad. No remedia nada, tampoco; no nos vuelve personalmente mejores, ni incrementa la cantidad de eudaimonía en el mundo. Simplemente hemos decidido no hacer daño, aunque nos cueste tanto. Aunque se quede la intención en la voluntad de provocar el menor daño posible. Que Dios se apiade de nosotros.

No hay comentarios: