16 de diciembre de 1911:
Mi deseo de escribir una autobiografía lo cumpliría sin duda inmediatamente en el momento en que me liberase de mi oficina. Al ponerme a escribir, debería tener ante mí un cambio tan radical, como meta transitoria, a fin de poder organizar la masa de los acontecimientos. No puedo concebir otro cambio más alentador que éste, aun siendo tan tremendamente improbable. Pero entonces, el hecho de escribir la autobiografía constituiría una gran satisfacción, porque se efectuaría con tanta facilidad como la transcripción de sueños, y sin embargo tendría para mí un resultado totalmente distinto, grande, que me influiría para siempre, un resultado que, además, sería accesible a la comprensión y a la sensibilidad de cualquier otra persona.
De la autobiografía como proyecto: se escribe para darle otro curso al tiempo.
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