El hombre que no es generoso ha muerto. De nada le sirven las otras verdades que pueda tener. Mucho menos las riquezas (atesoradas les dicen). El hombre generoso considera que sus amigos son mucho más valiosos que él. Eso le salva en parte: si intenta ponerse a su altura.
Esto no tiene que ver con humildad alguna, ni verdadera ni falsa, sino con el deber ser (con el valor ejemplar y lo que demandan los modelos).
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