28 de diciembre de 2006

27 de diciembre, noche

Un poco de alegría: las luces amarillas de las farolas, más brillantes con el frío; el sonido: los villancicos y las atracciones del "ocio navideño"; la fuente.

(Hoy, tarde)

Se cumplen las obligaciones sociales con desgana (y cómo podría hacerse de otra manera, esta tarde?!), sin fuerza (la expresión correcta, sintética, me parece que es falta de ánimo). El sacerdote adecuaba el tono y volumen de voz a lo que estaba diciendo, a las circunstancias. Actores, mediadores, todos: con el deber de salir a escena o que nos saquen.

Conduciendo, entre los pueblos del valle, tengo la impresión de que nos conocemos todos: que las carreteras son calles, sin casas a los lados, todavía. Pero es una familia dispersa, como mi persona a veces. ¿Es el precio de la ciudad? ¿La "muchedumbre solitaria"? Estamos, en efecto, pendientes de las reglas, de una corrección que no tiene por qué ser la justicia; los átomos se agregan, a veces, pero falta algo: la decisión, la capacidad de escuchar, el silencio.

Un poco de alegría: las luces, los niños... Nosotros miramos, pensamos...

1 comentario:

conde-duque dijo...

Si he entendido bien, se trataba de un funeral. Contrasta el silencio/vacío de un adiós definitivo con los ruidos de la Navidad.
El único corolario lógico: es todo tan extraño, tan sumamente extraño...