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4 de febrero de 2015
Schubertiana con chorizo
¿Quién no proyecta sobre su ánimo -ay- la visión de una noche de invierno fría y despejada, con el viento helado ciñéndose cruelmente a la piel y la luna ahí arriba, tan redonda, blanca y rotunda? Las hojas del árbol murmuran al compás del aire o se quejan de la helada, y le dicen al alma que esto es el invierno, que a todos alcanza. No falta mas que el murmullo lastimero del riachuelo, antes de congelarse, pero esta es tierra de secano y lo único que se escucharía son los pájaros buscando refugio, y cualquiera sale a buscarlos con esta rasca infame. Encierro el coche en el garage, acontecer que ha suscitado este poemita y veo que ya se puede poner la carne en la barbacoa. El gato que prosiga con la lírica y maúlle a la luna si le place, uno tras la ventana y la otra a 384.000 kms. y un tiro de Apolo.
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