Puede alguien concebirse el ente más estúpido del mundo, y aun así bastará con que exista un código y una clave que el posea para imaginarse el ser elegido. Este acontecer figura dentro de su cabeza , porque el mundo, como totalidad de entidades semiconscientes, persevera en su ebriedad soñadora, ajena al logos y temerosa de despertar.
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