Quien resuelve sus asuntos en el altar del pragmatismo
(rezando, hablando, votando), ignora el incendio que ha puesto en marcha, y que
a él ha de quemarle. A él, el primero. Cualquier situación se legitima en
utilidad, excepto la decisión de igualar al dios con lo útil, que emana de otra
parte. Cuando se ha aceptado la inutilidad de los bienes culturales, de la
bella teoría, a favor de los resultados, considerando que únicamente lo que tintinea -aliquo
modo- posee algún valor y es digno de algún aprecio, quizás no nos hayamos dado
cuenta de que, en ese caso, el interés
crítico ni llega a plantearse. Reconociendo la tradición, cobraremos saber de
la necesidad de emanciparnos de ella. El orden y conexión de los ministros es
el orden y conexión de la sociedad. Realidad, racionalidad. (San Hegel
postSpinoza.)
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