5 de octubre de 2013

El siglo minero



"El legado físico de la minería es el menos mudable y el más perecedero. Los términos no son contradictorios. Situadas en la bocamina, las instalaciones de superficie suelen levantarse lejos de los núcleos habitados, en parajes marginales, inadecuados para otros menesteres. A diferencia de lo que sucede con la mayoria de equipamientos fabriles no son reconvertibles. Una vez cesado el laboreo o el beneficio, entran en un proceso de abandono que no se detendrá. A corto plazo, se yerguen enhiestas e incólumes. A plazo más o menos largo, acaban arrasadas por la acción del tiempo y de los seres vivos. 
Las instalaciones minero-metalúrgicas del Levante almeriense, y más precisamente de la Sierra Almagrera, que fue uno de los puntos neurálgicos de la minería y metalurgia mundiales a mediados de siglo XIX, se hallan en trance de desaparición. Los barrancos que albergan esas ruinas forman hoy un territorio áspero, desnudo, inhóspito, desprovisto del menor atractivo. El visitante, en caso de haberlo, tiene dificultades insuperables para imaginar ala actividad frenética que, en un tiempo no lejano, la fiebre minera le comunicó." (Jordi Nadal, en El siglo minero, una publicación del IEA, con fotografías de José Rodrigo de finales del XIX. Las fotografías pueden verse en este enlace de dipalme.)
Sin embargo, las ruinas y el paisaje que las contiene no carecen de atractivo. Como signo, son bellas de una manera lúgubre. 

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