3 de agosto de 2010

Filantropía

Conozco mis errores. Puede que no sepa solucionarlos. Pero sé de ellos mejor que nadie. Para eso llevo viviendo con ellos tanto tiempo. Podría decir que hasta les he cobrado aprecio. Ocurre que también me doy cuenta de los errores de los demás. Ellos no. Ven los míos y callan sobre los suyos. Los desconocen o quieren desconocerlos. Lo fingen, qué más da. Esta supuesta ventaja mía no me ayuda para nada. Los demás (el mundo) pueden tomar como escudo su ingenuidad presunta acerca de sí mismos. A mí, lo que sé me impide ir más allá, salir siquiera me impide.

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