6 de enero de 2010

Lo que sospechábamos, II

Los amigos solíamos hablar de estas cosas, para hacer como que olvidamos o por lo menos dilatamos lo inevitable: decíamos que el edificio cartesiano, esa fantasmagoría transparente de cristal y acero (el cogito) se cimenta en la dura roca aristotélica (las categorías y el ppio. de no-contradicción). Que sus picores teológicos son de cara a la galería, retóricas para salir del paso. Ya pueden venir los deconstructores de toda laya a pontificarnos que todo es lo mismo y esas vainas, y la culpa... del hombre feo (Sócrates).

***

Sostienen que ésta era su vivienda pro-yectada:


... y que, asqueado, el deconstructor mayor se fue a la selva negra y levantó su cabaña-morada con sus propias manos y mala leche.

No hay comentarios: