Interpretar cualquier proposición se transforma en un mundo de dificultades. ¿Quién nos impone ese deber?
Lo que se entiende como un imperativo moral (de honestidad intelectual) pertenece, llevado al extremo, a la misma categoría que las neurosis. Mejor dicho: se racionaliza como honestidad intelectual lo que quizás no sea más que una falla anímica vulgar.
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