9 de agosto de 2008

Un término que ...

... comienza adjetivando se desprende y cambia el sentido del objeto, al identificarse con él, anteponiéndose: metáfora.

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Espero salir de un apuro lingüístico, salir de esto, contarlo---

Que el lenguaje sea testigo: no nos acordamos de lo que hacemos, sino de lo que decimos. Si n o tenemos memoria, de lo que hemos escrito.

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Conforme pasan los años mi querencia por el mar se va haciendo mayor. Soy pobre, no puedo vivir cerca. Mi amor no espera.

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La atrocidad de la guerra ruso-georgiana, las imágenes horrorosas de una mujer abrazando el cuerpo de un hombre querido (¿marido?, ¿hijo?; da igual, ni siquiera estoy seguro de si se trataba de una mujer) Vs. las palabras ridículas de cierto diplomático con poder. Las palabras del diplomático después de las imágenes terribles. Siento asco de las palabras vanas.

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Una palabra (no nos hemos ido de ellas, esperando que no sean tan necias como las del político), una palabra que ha de desatar un mundo: no significa nada la expresión, salvo que aluda al verbo divino, creador, impensable o imposible, creído o vivido, da igual; o al verbo humano, las veces que se aproxima al intuitus creador, en un poema o en el logos filosófico---

1. Se desata un mundo, se produce o es producido: divina y personalmente, o impersonalmente. Esto es cosa del ser, y de los seres, materia de profundas ontologías, sustancias prohibidas.

2. Se desata un mundo, suponiendo que estuviera atado, y que algún término pueda ser la clave (bastante mágica) de un desanudar o desocultar/verdad.

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¿Si todo esto -este mundo- de escribir y los libros fuera un mundo aparte, no tecnológico, un retirarse de la vida, como un síndrome de Amiel?

Otra especie de consumo, de desgaste energético que concuerda sin exceso de problemas con las directrices generales.

Si el nietzscheísmo fuera la ideología que conviene al mercado, al que no conviene (interesa) que haya otro dios que el variopinto politeísmo del mercado... de los valores, incluidos los bursátiles...

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No ha de hacer daño, claro que no. Ha de provocar nocturnas -en sentido moral- felicidades -en sentido moral también-: Jimmy Smith, "The sermon". ¿No?

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