17 de mayo de 2008

Intendencia

... levantarse, asearse (uno es pobre pero limpio; o sea, preparado por si tuviera que ser burgués), preparar el desayuno (se es diligente con las obligaciones), arrancar el ordenador abriendo al mismo tiempo la ventana de la calle (llegan dos luces : la del sol y la informática), mirar los cuatro o cinco blogs, decidirse a no pensar el resto del día, etc., etc.

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Comparando mi persona con la de los ricos (ayer en el restaurante interclasista, v. gr.) observo que quizás nos distingamos (ellos y yo) por dos cualidades morales (las materiales las advierte uno en el parking comparando el brillo, el tamaño, la cilindrada y la marca de sus carros soberbios con mi modesto tartano sonoro y sucio, aunque cómodo): a saber [las differences], ellos hacen mucho ruido en sus celebraciones, que supongo que son motivadas más por su alegría al reconocer lo ricos que son que por cuestiones de negocios (almuerzos de), que me parece que es ésta una racionalización para no levantar excesivas sospechas, morales o sociales; en segundo lugar los adinerados son muchos, o será, puede ser, que lo semejante apetezca lo semejante, si vale la pena, porque yo también tengo mis semejantes y, sin embargo, estoy solo en esa sobremesa contemplativa. Ahora pienso que quién va a buscar la compañía de alguien que está a punto del resentimiento social, y que ésa debe ser la causa de que a mí mismo me intranquilicen las figuras solitarias que me encuentro en penumbra al llegar yo al restaurante: resentidos posibles, solitarios, deben pensar mis genes, demasiado propensos a querer ser con los ricos desemejantes y admirar la luz roja que destellan sus caldos soberbios---

-¿Cuánto es? (Acaba con la etnología del momento mi pregunta de humilde).

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El enfado produce mal gusto y hasta lleva a negarle la razón a los demás: no las razones, que se pueden tener o no, sino la capacidad de argumentar. ¿Hemos perdido los modales?---

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No. No me gustan la grosería ni el dogmatismo, aunque vengan de los ofendidos antidogmáticos---

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Pensaba que el artículo de Borja-Villel en "La tercera" de Abc sería útil como lectura para estudiantes jóvenes. Pero no: porque se trata de un misil ideológico (complejo) que el museísta le(s) ha colado a la derecha monárquica y católica: a la reacción que no mirará mal los flujos del capital (cultural), ni la modernidad si ésta se integra en el negocio---

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Para la educación moral de los jóvenes:

De la presentación del pensamiento de N. que hace su contemporáneo Brandes se colige que los tiempos estaban maduros para el surgir abismal de la bestia nórdica. La efectiva decadencia o hartazgo de la sentimentalidad cristiana pedía una salida plenamente afirmativa, un raza de señores. El cansancio de la civilización, la barbarie. Pensemos que Georg Brandes no engaña, que él escribe antes de los hechos---

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No engaña, a nadie:

Basta con tener (en el siglo de Darwin!) un poco de imaginación para avistar qué puede sucederle a los seres débiles que habían estado (algo) libres de la selva a causa de (es decir, gracias a) las mínimas reglas de la moral cristiana (¿hay otra?). Una primera carga había venido de la Economía política. Me refiero a andanadas sociales contra la moral vigente, a situaciones de orden general previstas o previsibles. Otra cuestión sería la de los antecedentes ideológicos: filosóficos, religiosos, jurídicos, etc.

Un ejemplo para que nos entendamos: ¿Quién puede pensar en el valor de la privacidad en la era del espectáculo? ¿Quién tan ingenuo como para pensar que en la era de la información puede seguir existiendo la dignidad del hombre? No, no puede. La unidad económica, vital, ontológica, etc. está en el bit.

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