6 de noviembre de 2022

Dcnv

 Múltiples fuentes la animan y visten de verde y de oro sus tardes soñolientas. Ahora menos, con la sequía que no da tregua. A lo arbitrario de unos sucesos históricos, a medio camino entre dos reinos, debe P. su enclave en una meseta que da por uno de sus lados a un vacío, a un abismo sin puentes que atrae a los poetas en ciernes. Nunca la he visto dos veces seguidas del mismo modo. Viniendo por la misma carretera, a veces me la encuentro a la derecha, después de los molinos aceiteros y de los talleres textiles abandonados. Pero otras la encuentro a la izquierda y han desparecido fábricas y molinos y solo hay una zona junto a la carretera con un restaurante y una parada para los autobuses. En esas ocasiones ha desaparecido hasta el recuerdo de las fuentes y sólo el cortado al que dan las casas testimonia la constancia de la urbe. En realidad no puedo decir que yo no viva allí, aunque no sé lo que ocurrirá en un futuro. 

No hay comentarios: