24 de abril de 2016

Nadie quiere a los filósofos (J. Llovet, en El País)
Quizás los teólogos estén a la espera. Y quizás el carisma espere a que la sociedad esté madura para un dux. La legalidad racional-burocrática y el positivismo lograron lo que ninguna Inquisición: instrumentalizar definitivamente la inteligencia y clausurar las ágoras.

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