O sea: del paso desde la concepción de la metafísica como disposición natural a la visión de la misma como patología.
Con la metódica cartesiana está dado el espectro de la culpabilidad metafísica: un continuo del pensamiento incorrecto, extraviado, que va desde un simple resfriado de la razón hasta el crimen contra el estado o la producción. Contra dios, el marxismo triomphans o el neoliberalismo. Creemos que existe ( hay, dirá el empirismo lógico) una coherencia a lo largo de una historia, la nuestra, la europea, entre la escritura de un Novum Organon o un Discurso del método, en los albores de la modernidad, y la escritura, mucho después, en el siglo XX, de una Historia de la locura en la época clásica ( donde todos hemos de entender racionalismo francés, cartesiano) por Foucault, cronista de la calle sombría del entramado del saber y el poder. Como si dijéramos que entre los algoritmos cristalinos de la lógica formal y esta comunicación universal consentida de la que disfrutamos en esta era del sector cuaternario, por un lado, y los alienados objeto de estudio teórico-práctico de las disciplinas neurobiológicas, de la psiquiatría y el psicoanálisis, etc., por otro lado, no hay más que una gradación o un espectro (¿metafísico?) de caída. Un cielo con pasillos al infierno.
Pero todo este embrolló no viene más que a propósito de unas palabras de Ayer, de El positivismo lógico, que cita Juan Nuño en su libro Los mitos filosóficos (p. 107):
Al metafísico ya no se le considera un criminal, sino un enfermo: quizás hay buenas razones para que diga esas extrañas cosas que dice.Siempre cabe pensar en lo que le suelta Babieca a Rocinante en el Quijote cervantino:
-Metafísico estáis. -Es que no como.La fisiología o el estómago mandan, reincide Nietzsche. Psique y soma.
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