Cuando Franz Kafka y su amigo Max Brod llegaron a Paris tres semanas después del escandaloso robo -relata Leader- les faltó el tiempo para unirse a las colas interminables de visitantes del museo deseosos de ver el espacio vacío dejado por La Gioconda. Es decir, todos iban a ver el no cuadro que atrajo a cientos de miles de curiosos más que el cuadro mismo. Las masas iban a admirar el vacío dejado por el cuadro con más interés que si se hubiera tratado del cuadro. Esto plantea la cuestión de que "las cosas se vuelven más interesantes una vez que las hemos perdido".
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31 de mayo de 2014
De la sonrisa robada
Ignacio Carrión:
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