27 de octubre de 2007

Viaje a M.

Cumplimos con los ritos del buen consumidor---

Visita a la ciudad de las compras: todo disponible, todo deprimente en cuanto pasa un rato---

Entre montañas de normalidad de la gente que también cumple con el rito, que seguramente piensa como yo, o que no piensa como yo---

Luego, el miedo: a la repetición, al accidente. Imaginar que si... entonces... Vivir en condicional es no vivir. Disponer la negación como espacio de juego, en tanto no espacio: lo mismo que los lugares de compra, de un maleante olor a cerrado---

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El encuentro con los amigos: se cumplen las formalidades, se respetan los silencios, afloran las dudas, las noticias. (Vuelven los hechos, no vuelve el tiempo, el aroma abierto del tiempo.) Así que uno sale del miedo diciéndose que está vivo, prorrogando...

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Adquisiciones: La conciencia nazi de C. Koonz (Paidós), No sólo Hitler (R. Gellately, Crítica), el Bartleby... de Vila Matas (Anagrama) y Los anillos de Saturno de Sebald (Debate).

Entre paréntesis: Los libros son carísimos y uno es tan tonto como para comprarlos, para que la Kultur siga progresando. Cuando sea mucho más pobre que ahora no me quedará más remedio que mendigar en las bibliotecas, o no leer, o morirse (cruzar los dedos!).

...

¿Qué se saca de esta mixtura de antiética (una sociedad políticamente degenerada) y psicología de la desaparición del yo? Pues, en relación con lo último, la negación de cualquier egotismo trascendental se oferta como acto de confesión, de reducción psicológica: resentimiento, envidia, frustración, fracaso; vuelta de los hechos, desnudos de su vida---

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