30 de octubre de 2007

El centavo del día

Viaje a la capital por razones de trabajo o algo así: la n-sima (?) comprobación de que hay gente que siente más el peso de la responsabilidad y la obligación de hablar. Blabla. Yo también hablo. (Yo. El irresponsable. Pero eso -mis protestas de ser inocente- no me lo tendría en cuenta el juez, aunque quizás sí la justicia. Mi blabla.)

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-¿Quién está hablando con ese tono de benjaminfranklin de pueblo que anota las ganancias y pérdidas -escasas, las dos- del trabajo cuando se ha llegado por calles y casas la hora dudosa del crepúsculo? (Me lo podría preguntar.)

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Quería haber visto al profesor J. H., pero no ha sido posible. Así me libro de sentirme culpable o responsable, o cualquier cosa. Yo que iba tan idóneo con la chaqueta de hombre maduro, pero con Vila-Matas en las manos. Bartleby, claro. Quien lee ficciones de la negación debe ser un impostor, por mucha cara de intelectual que ponga. En efecto, hay gente que le echa mucha cara. ¿Yo? Maybe. (Yo no soy quien habla de esta forma.)

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No quería haber visto la curva continua en que consiste la carretera a que han desviado el tráfico, por obras en el trayecto M.- A. (capital). Imposible dejar el coche a un lado para poder mirar con atención el pueblo clavado (no enclavado) en pleno barranco, y que yo no conocía (ni he podido asegurarme del nombre), a pesar de que lugar tan típico debe estar a escasos veinte o treinta kilómetros en línea recta (atravesando montañas) de donde yo vivo. Me prometo ver y echar fotos del sitio, una vez que sea capaz de entender el manejo de la cámara digital que me regalaron.

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