10 de mayo de 2015

Hemerotecas ( de los buenos ciudadanos)

En El Mundo viene una dura e interesante crónica, firmada por L. Iglesias, sobre un etarra condenado por delitos de sangre y arrepentido por amor. Entresaco dos párrafos, entiendo que tangenciales, no sé si es la palabra, al asunto.

El primero, acerca del modus operandi de parte de la ciudadanía de un estado que había llegado a una forma de democracia, por imperfecta que fuera, europea:
 "Alguien, un simpatizante que hacía vida normal en su pueblo, pasaba un papel con información sobre diversos objetivos a otro vecino, quien posteriormente la hacía llegar al comando operativo" y éste decidía contra quién actuar «en función de las circunstancias y de las posibilidades de éxito».
El otro, con arreglo al tópico del perdonar pero no olvidar, o más ajustadamente con respecto al deber de guardar memoria sobre las víctimas, que obliga a las personas decentes:
Julia Ríos Ruiz (panadera, de 41 años) y Eutimio Gómez Gómez (calefactor del Hospital Marqués de Valdecilla, de 43), cuando iban a montarse en su coche; dejaron huérfanos a dos hijos. También murió Antonio Ricondo Somoza, de 28 años, que había terminado su carrera de Químicas y pretendía casarse poco después. 

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