3 de abril de 2015

Sin duda uno de los escritores perseguidos con mayor constancia por las llamas fue Voltaire, quien en 1764 vio cómo el verdugo reducía a ceniza su recién editado Diccionario filosófico portátil, condenado a la hoguera por sus ideas subversivas. (J. Marchamalo, Las bibliotecas perdidas)

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