22 de abril de 2015

Docencia/decencia

En España, esa tendencia buenista a lanzarse sobre los victimarios con unas inflamadas ansias de protección y comprensión es un mal quizás demasiado extendido y que a menudo ha dado frutos aberrantes, por no hablar de que, en el 99% de los casos, lo que hay detrás de estas posturas es una infame mezcla de narcisismo e hipocresía, y a veces, de cobardía. Aquí sabemos muy bien que meter a los verdugos entre algodones representa de forma casi automática postergar a las víctimas. Y a eso no hay derecho: el linchamiento por omisión es una forma de convertirlas en dobles víctimas. (La garita del guachimán)

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