6 de abril de 2015

Malhumores del ánimo, destemplares del tiempo.

Post it:  Recuperar la Perorata del apestado de Bufalino. Y en general cualquier texto memorialístico de don Gesualdo. (¿Y por qué no volver a Th. Bernhard? ¿Diez años después?)
Argos el ciego, de 1984, es uno de lo grandes libros de la memoria de este fin de siglo. Instalado en un hotel de Roma, el narrador, que se llama también Gesualdo, evoca un verano feliz, de 30 años atrás, en Módica, al sur de Sicilia. Tiene "los nervios deshechos", ha cumplido ya los 60 años, "razonable edad para morir, no tanto para escribir", y quiere hacer un "libro feliz" sobre el tiempo de la dicha. (M. García Posada, en la página de El País que enlazo)

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