Por la noche. Sigue la lluvia. El ánimo se trastoca.
Los textos de las revistas culturales, encontrados en la internet, leídos en la tablet, en el ordenador, impresos, etc.: algunos útiles, otros neoescolásticos y pesadísimos. Otros, las dos cosas, alternadas o a la vez. Lectura que se fija por ahí en un engrama secundario de la memoria, en un cajón que contiene a Borges, Kafka y sus precursores, a Pierre Menard y Gombrowicz, a Ricardo Piglia. Aunque yo siempre fui más bien de Cortázar, o de Elizondo o de Aulo Gelio, ahora. También leo a Aristófanes.
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